Hace unos meses, antes de que se decretase el estado de alerta debido a la enfermedad del Covid-19, pude disfrutar de una "Visita Premium" a la iglesia de "Los Santos Juanes".
Esta iglesia es una de las 12 Parroquias fundacionales. "Los Santos Juanes" tambien conocida como "San Joan del mercat" o "San Joan de la Boatella", era la única iglesia de las parroquias fundacionales que se hallaba a extramuros y por ello varios de sus nombres, hacen referencia a esta zona de Valencia donde se encuentra "El Mercat" ("La Boatella" en época musulmana). La zona del mercado en la época medieval, siempre se hallaba fuera de las murallas por motivos de salubridad.
Las parroquias fundacionales son las primeras iglesias establecidas en la ciudad de Valencia tras la conquista cristiana de siglo XIII por Jaume I.
Se edifico como una ermita encima de la antigua mezquita en 1240. reedificándose en los siglos XIV y XVI a causa de los incendios.
La redecoración barroca de los exteriores del templo renovó las tres portadas del edificio utilizando el lenguaje de ese momento: El Barroco.
Esta iglesia es Monumento Histórico Artístico Nacional.
En este momento los frascos de la bóveda de la iglesia se encuentran en proceso de restauración, ardua tarea teniendo en cuenta que el edificio ha ardido en varias ocasiones. Trabajos del maestro Barroco Antonio Palomino decoran el cielo de esta iglesia. |
Desde la parte superior del edificio, observamos la "Cotorra del Mercat", que es una de las veletas del "Mercado Central". Otra de las veletas famosas que podremos divisar desde "La Lonja" es la propia veleta de la iglesia de "Los Santos Juanes, conocida como "el pardal de Sant Joan" por el pájaro que había en la parte superior.
Blasco Ibañez nos cuenta una historia triste sobre esta veleta, en su novela en "Arroz y tartana":
“En época pasada, aunque no remota, el Mercado de Valencia tenía una leyenda… al llegar el invierno, aparecía siempre en la plaza algún aragonés viejo llevando a la zaga un muchacho, como bestezuela asustada… le conducían a Valencia para «hacer suerte», o, más bien, por librar a la familia de una boca insaciable, nunca ahíta de patatas y pan duro… y el padre y el hijo, con traje de pana deslustrado en costuras y rodilleras y el pañuelo anudado a las sienes como una estrecha cinta, iban por las tiendas, de puerta en puerta, vergonzosos y encogidos, como si pidiesen limosna preguntando si necesitaban un criadico… atraídos por una fuerza misteriosa, iban a detenerse en la escalinata de la Lonja, frente a la famosa fachada de los Santos Juanes. La original veleta, el famoso Pardalot, giraba majestuosamente...
—¡Mia, chiquio, qué pájaro!... ¡Cómo se menea!... —decía el padre.
Y cuando el cerril retoño estaba más encantado… el autor de sus días se escurría entre el gentío, y al volver el muchacho en sí, ya el padre salía montado en el macho por la Puerta de Serranos con la conciencia satisfecha de haber puesto al chico en el camino de la fortuna… La miseria del lugar, la abundancia de hijos y, sobre todo, la cándida creencia de que en Valencia estaba la fortuna, justificaban en parte el cruel abandono de los hijos… y nunca faltaba un comerciante generoso que, por ser de la tierra y recordando los principios de su carrera, tomase bajo su protección al abandonado y le metiese en su casa, aunque no le faltase criadico…”
De “Arroz y tartana” de Vicente Blasco Ibáñez
https://www.visitvalencia.com/que-hacer-valencia/cultura-valenciana/monumentos-en-valencia/iglesia-santos-juanes
https://www.lasprovincias.es/culturas/valencia-cielo-santos-juanes-20191210183255-nt.html
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